martes, 3 de febrero de 2009

Una vez tuve una chica, o deberia decir, ella me tuvo a mi...(revistando Tokio Blues)






(Me dio el blues por Tokio Blues hablando con Catalina,http://www.eltiempo.com/participacion/blogs/default/un_blog.php?id_blog=3963399 quien comenzò a leerlo en su convalecencia)


1.

Recuerdo es la tenebrosa imagen de Naoko, colgada en el bosque. En mi cabeza el bosque estaba a oscuras. Era un bosque de bambus gigantescos y Naoko colgaba con un kimono rojo que se descolgaba. Estaba trepada en el árbol más grande.


2.

Al principio yo jugaba a ser Watanabe y tenìa mucho sentido porque él estudiaba literatura como yo, era tímido como yo, tenía problemas amorosos como yo, y tenía un amor imposible, como yo. Después jugué a ser Midori porque tenía un corte de pelo raro y se emborrachaba a horas no adecuadas y hacía reir a Watanabe. Cuando comencé a jugar a ser Midori, jugaba a que usted era Watanabe. Pensaba que era usted, no yo, él que tenía problemas emocionales y que si yo era Midori y usted era Watanabe, entonces, eventualmente, usted terminaría pensando en mi, como Watanabe pensaba en ella. Después jugue a que ella era Naoko y que por eso usted no me quería, porque tenía a una Naoko atravesada en la cabeza. Seguí jugando a ser la paciente Midori, segui jugando a ser la ingenua yo, y esa combinación de Midori-glo se convirtió en una máquina amorosa que lo llevaba a sitios raros (como el cafè ese en La Soledad o la tienducha en la que sonaba regguetón de Chapinero...se acuerda?) y que le daba regalos (como las boletas de teatro y las películas y la mùsica) y que procuraba su bienestar comprandole postres ricos y escribiendole cuentos de nuestros encuentros. Resultó al final que usted no era Watanabe, que la mujer fantasma no era Naoko y que yo no era tan encantadora como Midori (mucho menos tan paciente). Usted no pensaba en mi. La ùnica que tenìa atravesada a Naoko era yo.


3.

Midori me enseñó en un 50 % a ser responsable. (El otro 50% se lo debo a Nathan, que cuando trabajabamos juntos decìa que tocaba hacer lo que tocaba hacer). Midori odiaba a su colegio y llegaba temprano, tenìa el record de puntualidad. No quería que algo que detestaba tanto la venciera. Cuando le dieron como premio un diccionario de francès, entrò a la universidad y tomò clases de alemàn porque no quería deberle nada a nadie. (o tal vez era al revés, alemán vs. francés...no recuerdo). Todo lo que me da pereza, todo lo que me causa antipatía, todo lo que me harta lo tomo bajo la "Ley Midori". No voy a dejar que nada que detesto me venza. No voy a dejar que nada que detesto me venza. No voy a dejar que nada que detesto me venza.


4.

He leído Tokio Blues dos veces. La primera vez el libro era de Dani. La segunda vez compré el libro y lo regalé.


5.

En el momento en el que terminé de leer el libro me sentí un vacío profundo. Cerré el libro y comencé a llorar desesperadamente. Era la primera vez que lloraba en dos años. Es el primer libro que me ha hecho llorar.


6.

Catalina y yo pensamos que Tokio Blues es adolescente. Creemos que Sputnik, mi amor es una novela más adulto veinteañero.


7.

I once had a girl, or should I say, she once had me...She showed me her room, isn't it good, norwegian wood? She asked me to stay and she told me to sit anywhere, So I looked around and I noticed there wasn't a chair. I sat on a rug, biting my time, drinking her wine, We talked until two and then she said, "It's time for bed"She told me she worked in the morning and started to laugh.I told her I didn't and crawled off to sleep in the bath. And when I awoke, I was alone, this bird had flown. So I lit a fire, isn't it good, norwegian wood.


(A veces me gustaría que volviesemos a morder el tiempo y a hablar hasta las dos.)

3 comentarios:

Nathalia dijo...

¿Por qué no mejor bailamos funk?

Glo dijo...

si, no mas melancolias prestadas, no mas arboles noruegos...pongamonos mas bien un temita de james brown para bailar en pareja, que delicia!

aranta dijo...

a mi una vez me juzgaron por decir que tokyo blues era adolescente... aunque seguro tenían razón, porque yo nunca tengo ni idea de qué estoy hablando.