sábado, 7 de noviembre de 2009

No hay nada nuevo bajo el sol


(publicado en alguna revista Arcadia que anda por ahí)



"Las cosas son iguales a las cosas". La sentencia, que se repite a lo largo de Sin remedio -única novela de Antonio Cabellero, publicada en 1984- parece ser central para entender que el tedio y la abulia de su personaje principal, el poeta Ignacio Escobar, obedecen a la extrema lucidez de saber que nunca hay nada nuevo bajo el sol.
Sentencia que pareciera encerrar una profecía, si se compara la Bogotá en la que vive Escobar en 1970, a la Bogotá de mediados de los ochenta y la Bogotá de ahora. Quitando las distintas variaciones en el transporte público (habría que pensar en los paraderos de la Caracas entonces y en TransMilenio ahora) y los nuevos adoquines, la ciudad es la misma: los mismos bares, los mismos burdeles, el mismo trancón, la misma lluvia, la misma inseguridad y el mismo hastío.
Así, mientras Escobar pasa días enteros pensando cómo escribir el gran poema bogotano, Caballero construye un relato a partir de la caricaturización de los personajes insignes de la sociedad capitalina: estudiantes marxistas que recitan El capital de memoria pero que desconocen su país, señoras arribistas, jovencitas hermosas insatisfechas sexualmente, poetas de medio pelo que pontifican en bares de mala muerte. Personajes que desfilan por "La bogoteida"-desafortunado intento de poema de Escobar-, que le sirven a Caballero para crear modelos prototípicos del provincialismo bogotano y que hoy en día siguen transitando sus calles. Las cosas se siguen pareciendo a las cosas.
Y aunque Sin remedio no ha generado el culto que otras novelas urbanas como Opio en las nubes en mi generación (eso lo puso marianne, lo de mi generación) es innegable que la manera en la que está escrita, su uso minucioso del lenguaje y sus imágenes precisas (los olores densos de las discotecas, la grasa fría de la comida rápida) hacen que esta historia sobre el tedio se siga manteniendo vigente. Siempre, con la certeza de que "en Bogotá no pasa ná, mala ciudá, mala ciudá".

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